SE FUE "PABLITO" CALAFIORE, UN HISTORICO DE LAS TIJERAS

Lleva mas de 6 décadas en el oficio, pero a pesar de su edad cariñosamente gran parte de la gente lo conoce como "Pablito". Varias generaciones pasaron por sus sillones ante la invariable promesa de: "te voy a hacer un peinado especial". Peluquero inquieto a la vez que relojero de buen pulso, supo amalgamar bajo rasgos tan antagónicos oficios claramente disimiles. Tijeras italianas A los 18, 2 jóvenes italianos de apellido Calafiore llegaron a la Argentina, como tantos compatriotas, en busca de la tierra prometida. Traían bajo el brazo la llave para abrirse camino en ésta nueva vida, el oficio de peluquero. El mayor de los hermanos, se quedó en Buenos Aires, mientras el menor, viajó hacia el sur, conociendo en Juárez a una joven de apellido Gamaleri. Adolfo Gonzales Chaves los acogió sin demasiadas preguntas e inmediatamente le permitió trabajar. Emprendedor y lleno de deseos, comenzó a construir su casa. Recién empezaba a correr el año 1924, cuando nacía en éste pueblo quien heredaría el oficio de su padre, para mantenerse en actividad hasta el dia de hoy: Pablo Calafiore, de él se trata, recuerda en éstos días que "papá hacía casas y las vendía, por ejemplo la casa donde está mi hermana y muchas otras. El, de oficio era peluquero, pero a la vez contrataba gente para hacer una casa y después la vendía. Pero además de peluquería también tenía ropa para vender. El tuvo el comercio en calle Almirante Brown, frente adonde está D´Annunzio ahora y yo me crié en ese barrio" recuerda. El Chaves del '30 Es difícil imaginar cómo sería el Chaves de los años 30 y los personajes que caminaban sus calles. Pablo, nos ayuda con algunos recuerdos que tiene grabados en sus retinas y en su memoria. "Era un barrio de mucha gente de origen árabe. Por supuesto que en ese barrio no había asfalto, porque el asfalto llegaba hasta la usina vieja. En iluminación teníamos el foco de la esquina. Entre los compañeros de aquella época estaban los Garrote, los Salim, los Karime, algunos eran compañeros del colegio y otros vecinos. Estaba la maestra Hilero, que cuando los chicos no adelantaban mucho en la escuela los llevaba a la casa de ella, para explicarles y así pudieran pasar de grado. Otros de los personajes del barrio eran el carnicero, el panadero, que los 2 te llevaban la mercadería a la casa. El panadero se llamaba Francisco, que trabajaba con Mecía, el carnicero era de carnicería Aran. Un tal Niblet traía la leche, hasta te traían las verduras, todo lo llevaban a cada casa". La escuela y sus primeros trabajos Aquel inmigrante y su mujer, tuvieron 5 hijos "El mayor, Luisito, es el que falta, trabajaba mucho acá en Chaves, tenía una peluquería y yo aprendí el oficio con él". Pablo, hizo sus estudios en la escuela Nº 9, que no estaba en el lugar actual, sino en una vieja casa, que cumplía decorosamente con su cometido. "Después, como solo había hasta 3er grado, me pasé a la escuela Nº 1 y ahí terminé el 6to. grado. Cuando yo tenía 12 años comencé trabajando con un sastre –cuenta Calafiore-, que era amigo de papá. El sastre era Caputo, tenía el negocio frente a la plaza en la casa de Barducci, porque antes había muchos sastres en Chaves, la gente se mandaba a hacer la ropa, no se traía hecha como ahora. Ahí estuve 2 años, hilvanaba la ropa, era algo que me gustaba" reconoce. Al igual que el día que cambió de escuela para poder progresar, el jóven Pablo cambió de rubro, en busca de un futuro mejor. Así, aprendió el trabajo de peluquero, "trabajaba con mi hermano Luisito, que tenía la peluquería al lado de la farmacia Pasteur, en un local donde ahora, creo, que está la oficina de un abogado". Un corte especial En aquellos tiempos, la peluquería de Calafiore era unisex. "Antes los cortes eran con más detalles" señala, agregando que por sus manos pasaron miles de recién nacidos, a los que despojaba de sus 1ras. pelusas, entre los que se premite recordar a "los pibes de Goñi, que uno de ellos hoy trabaja en el banco: La madre iba, los llevaba y los esperaba. Era una ceremonia. Un detalle que yo tenía era cortarles el pelo y después se lo entregaba a la madre en un sobrecito". Los sonidos metálicos de los filos de la tijera rozándose le son tan familiar como el mate de la mañana. La navaja, las máquinas, los peines y los 2 viejos sillones, han sido parte importante en la vida del peluquero. En principio, se utilizaba la máquina manual, hasta que los avances técnicos, permitieron usar las herramientas eléctricas. La navaja, era todo un arte, porque exige "mucho más delicadeza, hay que tener un buen pulso y sobre todo el cabello muy limpio" reconoce. La moda ha cambiado un poco, Mirta; reza una popular canción de los años '80... y vaya si ha cambiado. En los años '40 se usaba mucho el corte a la americana, "que es a máquina y después se termina a tijera". Mas tarde, los íconos del cine y de la música, impusieron sus cortes y los jóvenes, los imitaron, tal como ocurre hoy en día. En la década del '50, apareció Elvis Presley y algunos otros famosos, y ya la gente utilizaba el pelo "un poco paradito en la parte de adelante, prácticamente se lo peinaban con la mano. En la década del '60 se usaba mucho el corte a tijera, que da mucho trabajo pero queda muy bien. En los '80 se usaban los mismos cortes que se usan ahora, por ejemplo bien pelados a los costados y ondulado arriba, a mí fráncamente no me gustan. El tema del teñido en el hombre existió siempre, no como ahora, pero también se teñían. Por ejemplo el color ideal para el hombre es el gris acerado, para que el pelo no quede tan blanco" cuando ya se peinan canas. El cuento del tio En los años 40, Pablo Calafiore aún usaba los pantalones cortos y aprendía el oficio con su hermano Luis en el local dode ahora está el dr. Gonzalez. "Al lado nuestro estaba la Farmacia Pasteur, que era atendida por el padre del farmacéutico De Francesco, donde está el Central estaba la Sociedad Rural. También estaba el cine. Los sábados eramos 3 en la peluquería y cuando salía la gente del cine todavía estábamos trabajando. En aquella época había 38 peluqueros, estaba De María que eran 3 peluqueros, "Pililo" Adala, los Karime, los Lleral, los Gáspari que eran como 4 peluqueros, Barreiro, Gallo... En esa época Chaves en el sentido del trabajo era importantísimo" recuerda con nostalgia. Hay un espacio para el recuerdo amargo de aquel cuantioso robó que lo desvalijara en la década del '70 y que merced al apoyo de proveedores de relojes y vendedores de alhajas a quienes había ganado con su conducta comercial, supo superar. Otra de las historias tuvo que ver con "una mujer que se había cortado el pelo con un cuchillo, entonces para emparejarle un poco, utilicé la tijera de dientes, que en los '70 ya se usaba". Pero tambien salen del arcón de los recuerdos aquellas anécdotas que pasada la bronca del momento son un espacio abierto para la carcajada complice. "Cuando estaba con Luisito, mi hermano, llega un señor con un chico. Este señor no era de acá, se cortó el pelo, se afeitó. Entonces en un momento dijo que nos dejaba al pibe para que le cortáramos el pelo que después él lo pasaba a buscar. Lo dijo mirando su reloj de bolsillo. Mi hermano le dijo que no había problema y el hombre se fue. En esa época la gente hacía cola, porque en las peluquerías se trabajaba mucho. Resulta que seguía viniendo gente y el hombre no venía a buscar al chico. Entonces mi hermano le pregunta el apellido al chico y este le dijo que era Rodriguez. Le preguntamos si el señor que lo trajo era pariente suyo y nos respondió que no, que lo había encontrado en el centro y le preguntó si se quería cortar el pelo. El tipo, por supuesto, no apareció nunca más, nos hizo el cuento del tio, se corto el pelo, se afeito y le cortamos el pelo al pibe, todo gratis" señala Calafiore entre risas. Esta anécdota, que confirma que la viveza criolla no es un invento moderno, sirve para ilustrar apenas, las historias vividas desde el sillón, donde tantas confesiones tienen lugar, con el peluquero, que con los años se transforma en amigo y confesor del cliente. Un oficio que Pablo Calafiore ha sabido mantener durante 60 años, tanto al oficio de peluquero como al de amigo, que los ha sabido cosechar a montones, casi tanto, como los montones de pelo que cada tarde junta alrededor de su viejo sillón.
(archivo de El Semanario Chavense, junio de 2004)