EL SEMANARIO CHAVENSE - 2005 - Okinawa es una de las 3 mil islas que componen Japón. Ubicada al sur, justo en el límite que separa al país de China e Indo nesia, resultó la región más sufrida durante la Segunda Guerra Mundial. Antes, durante y después de la guerra la isla siempre ha sido pobre en comparación con el opulento Tokio. En una rápida aproximación podría decirse que ese territorio era una especie de Santiago del Estero, claro que al estilo japones. Las diferencias con el territorio central no solo emanan de su standar de vida sino tambien de una mayor apertura hacia el extranjero.
En Ginowan, una de las innumerables poblaciones que por entonces conformaban los 60 mil habitantes de la isla de Okinawa, nacía el 26 de marzo de 1912 Seiryo Shimabukuro. Por esa misma época un allegado de la familia formaba parte de los primeros colonos japoneses que se dedicaron con éxito a la floricultura en la zona de Burzaco creando a traves del intercambio epistolar con Japón la idea de un paraiso agrícola en nuestra tierra. Paralelamente los estudiosos de la inmigración japonesa situan en 1912 la historia de una mujer que recorría las casas pidiendo ropa para lavar. Allí comenzó el camino de la colectividad hacia la tintorería. (Cada 5 años, el intendente de Ginowan le envia un pergamino. A traves de los ideogramas de escritura japonesa el gobierno okinawense recuerda a sus ciudadanos en el exterior).
De la caña de azucar a la quinta de Burzaco
"Mi papá tenía una quinta, sembraba batatas, algo de trigo, y todo lo que se cosechaba era para consumo nuestro. Mi mamá trabajaba nada más que en la casa" asi describe Seiryo el ambiente en que sus padres de origen okinawense lo criaron. La casa en que nació era tan humilde como sencillo el trato con la vecindad. Ya de muy chico recuerda que "trabajaba en la quinta junto a mi padre" pero eso no eludia la obligación de sus estudios: "en la escuela era obligatorio aprender artes marciales, despues de 6to. grado se empezaba karate o yudo. A mi me gustaba el Yudo. Cuando éramos chicos también jugábamos a la pelota aunque no precisamente al futbol".
Desde la tintorería a traves de la cual todo el pueblo lo conoció, el único ciudadano de origen japones que aun queda en nuestra ciudad cuenta en entrecortado castellano los origenes de un viaje de Okinawa a territorio bonaerense. "Fui a la escuela primaria hasta 6to grado. Despues empecé a trabajar como peón en una casa de familia, en una quintita. Plantaba cañas de azúcar y hacíamos azúcar. Cortábamos las cañas y había una noria para sacar el jugo de caña, con un caballo o una vaca dando vueltas. Despues ese jugo se cocinaba unas 2 horas y se hacía azúcar negra. Se hacían unos 50 litros y salíamos a vender. Se guardaba en recipientes de madera como se guarda el vino".
Cuando se lo consulta porque eligió a los 18 años ir a vivir al otro lado del mundo razona que "lo que pasa es que alla pasaba mucha miseria, había un amigo que estaba aca y me llamó y mandó el pasaporte. Salí del puerto dentro de la provincia de Okinawa, me despidieron mis familiares saludando con pañuelos (...) Vine en barco y dimos toda la vuelta por Africa, llegamos a Brasil y de ahí a Argentina. Tardamos 46 días, en un barco carguero llamado "Manila Mar". Ademas venían en el mismo barco muchos paisanos mios. Ahí comiamos, bailabamos toda música japonesa. Ya despues no me gustaba bajar- dice entre sonrisas Seiryo- (...) Llegué a Buenos Aires en el mes de febrero - en Japon ya llegaba el invierno - . A mi me esperaba ese amigo y me llevó a una quinta cerca de Buenos Aires, en Burzaco" donde a poco de llegar se integró a una granja de la comunidad japonesa.
Cuando Seiryo se convirtió en Antonio
La adaptación a estas tierras no fue facil. Si bien durante el viaje fue practicando junto a sus compatriotas con un diccionario bilingüe, las dificultades en la base de 2 culturas totalmente diferentes se notan aun hoy. Seiryo fue rebautizado en estas pampas como Antonio -la acepción de su nombre en español- y segun entienden algunos, el cultivo de quintas o las propias tintorerias fueron labores que "Antonio" al igual que el resto de los japoneses aprovechó para tener una rápida adaptación al medio con un escaso trato verbal. Pero no solo el trato y la lengua cambiaron. "Alla comiamos poca carne, aca comiamos asados, carne de vaca, lechón y pollo. En Japón se comia sentados en el suelo con mesa bajita, aca con silla y mesa grande. Aca uno se llenaba con cualquier cosa, alla se pasaba hambre".
"Trabajé muy bien en la quinta, pero yo veía que los que tenían tintoreria andaban muy bien y fue en ese entonces que empecé con la tintoreria porque la verdura no valia nada (...) Aprendí el oficio de la tintoreria con un amigo. Despues con mi socio Ashifu comenzamos a recorrer la provincia" en la que no había mas de un centenar de japoneses diseminados. "Aca y en Juarez no había tintoreria. A mi me gustó Chaves, porque habia agua corriente y en Juarez no. Puse la tintoreria porque en aquella época con $ 2000 se ponía una tintoreria. Mi socio empezó conmigo en el año 1942 pero despues se fue a Juarez porque aca era un pueblo chico y no daba para 2 (...) El 1er. día que abrí, al lado había una peluquería, de Petroche. El fue mi 1er. cliente porque me trajo un saco para que lo planche y despues se empezó a correr la información".
(En la antigua tintorería de calle Lavalle)
Segun quienes recuerdan aquel 1er. local de calle Lavalle - hoy de la familia Moronell-, la tintorería comenzó llamandose "El gran Nipón" de Shimabuko hermanos segun rezaba en los sobres que el comercio entregaba alla por 1942. Shimabuko era un diminutivo de Shimabukuro -según Seiryo para que fuera mas facil de entender- y lo de "hermanos" era por su coterraneo Ashifu. Cuando Ashifu se separó para poner su tintorería en Juárez "El gran Nipon" pasó a convertirse en "La Victoria". Una explicación de ese nombre es por la victoria de Japón frente a los chinos en la guerra de Manchuria en 1931 o por la 2da. invasión a ese pais que tuvo una avanzada victoriosa hasta 1939. Otra explicación esta dada en una trabajo de lingüistica realizado hace un par de años en la que Shimabukuro admite que el nombre se debía a que La Victoria era porque en la Segunda Guerra Mundial "ganaron los que tenian que ganar". Quizas esta explicación se asemeje mas a la realidad de esos tiempos dificiles en los que japoneses, italianos y alemanes radicados en Argentina trataban de construir una imagen alejada del perdidoso eje, la mas de las veces, para evitar represalias.
"En el local de Moronell alquilé unos 15 años, hasta 1958. Junté plata y compré el terreno sobre Maipú, que me costó $10 de antes, con 50 metros de fondo. Despues de a poquito compre cosas y fui haciendo la casa y la tintoreria. Compré maquinaria pero ahora compramos algo más moderno. Lo único que queda original es una máquina para planchar sombreros. Cuando yo estaba en Lavalle planchaba de 5 a 6 sombreros por día, porque se usaba mucho en aquellos tiempos. La gente se acostumbro a ir a la tintoreria. Juan Carricart traía todos los días sombreros" relató Shimabukuro con apoyo de su hijo como ayuda-memoria.
(La última foto registrada por El Semanario Chavense de Seiryo junto a su hijo Mario en plena labor de tintorería La Victoria)
Por muchos años, La Victoria fue la única tintorería de Chaves. En los 60 se trabajaba en cantidad a punto tal que se llegaron a recibir 120 prendas por día. Sin embargo las cosas han cambiado, el desuso de los sombreros, los trajes y la aparición de los sistemas de lavado rápido han mermado la actividad que Seiryo desde hace 20 años ha delegado ya en su hijo José Mario.
Un asado entre amigos y la familia para olvidar las penas
Pero no todo era negocio.
(Seiryo en una romeria junto a su amigo Garcia en el viejo club Huracán)
"No tuve novia en Buenos Aires. A Chaves vine soltero. Mi señora trabajaba de sirvienta. A veces yo iba a visitarla donde ella trabajaba, y cuando salia la seguia, la esperaba en un zaguan largo en la casa de la familia Sentineo. Ella me gustó y yo le gusté, despues nos casamos por la Iglesia en el año '47 cuando ella tenía 28 y yo 34. En Japón también había católicos y budistas, aunque mi familia no era ni católica ni budista. Cuando iba a casarme me hicieron bautizar, porque era obligatorio". Asi llegaron los hijos "José Mario en 1948 y Elsa Susana en 1955. Ninguno de los 2 tiene nombre japones. Hoy estoy rodeado de nietos, que ya son grandes".
Mientras Seiryo avanzaba con su familia por estos lares, perdía su otra familia en Japón. Okinawa resultó la zona mas afectada por los bombardeos de la 2da. guerra mundial y fue durante esos fatidicos días que se produjo el deceso del matrimonio Shimabukuro. Algunas conclusiones posteriores de la familia dicen que al igual que el resto de la población japonesa, los padres de Seiryo podría haberse suicidado ante el avance de tropas norteamericanas sobre tierra okinawense. "Yo me salvé de la guerra porque estaba en Argentina. Si me quedaba en Japón me tocaba el servicio. El gobierno nunca me llamó para la guerra, ademas yo me siento más argentino que japones (...) Despues de la guerra murieron todos, todos menos mi hermana. Ella me contó todo lo que pasó, que mis padres murieron durante la guerra (...) Despues que yo puse el negocio, llamé a mi hermana, le mandé el pasaporte. Ella vino a mi casa, un tiempo, pero no le gustó Chaves y se fue a la zona de San Miguel en Buenos Aires". Su hijo José Mario interviene en la conversación para reflejar el desapasionamiento de la idiosincracia japonesa frente a las expresiones latinas que el estaba acostumbrado a ver: "me acuerdo que ellos se encontraron en el puerto y no se abrazaron, como si lo hacen los italianos o españoles. Se saludaron como si se hubiesen separado el día anterior. Se dieron la mano, se inclinaron y salieron conversando. Eso me llamó la atención porque hacía como 20 años que no se veían". Antonio comenzó a confundirse con la realidad de su Chaves adoptivo. Tras los asados compartidos llegó la amistad.
"Mi 1er amigo aca fue Pedro Civalero, un sastre, que también tocaba en una de esas bandas de los días patrios. Haciamos churrasquitos y comiamos juntos. Despues estaba 'Cacho' Bologna, la gente del barrio como los Velez que vivian donde esta Alonso y Pililo Adala con el que de vez en cuando nos reuniamos a comer un asado (...) Cuando estaba soltero la vez que podía iba al cine y tambien recuerdo que cuando vine había poco futbol aca en Chaves. Yo soy hincha de Independencia y siempre iba a ver los partidos a la cancha. A mi me gustaba el futbol. Pero todo esto fue hasta que me casé, despues siempre estaba en casa".
No soy de aqui ni soy de alla
La pregunta está predestinada para cada inmigrante ¿nunca le dieron ganas de volvera a su pais de origen? "No, la verdad no. Hace falta mucha plata para poder ir. Para poder ir se necesitan 40 dias y otros 40 para volver, en barco. Nunca se me ocurrio ir en avión, tengo miedo, no me gusta. Al principio extrañaba Okinawa, pweo no mucho porque yo tenía todo aca y estaba más tranquilo. La verdad yo me quedo aca, no tengo nada en Japon, no tengo nada que ver alla".
La expulsión por falta de oportunidades en su tierra 1ro, la guerra que destruyó su casa y su familia despues y la consecuente caida del "imperio del sol naciente" quizas tallaron en el alma oriental de Shimabukuro un dolor muy profundo que lo llevó a cortar todo vinculo con el Japón de sus origenes y trazar una nueva identidad a partir de esta tierra. La venida de su hermana -último vinculo familiar-, la no vuelta a su Okinawa, la nula correspondencia con sus compatriotas y la consecuente perdida del idioma escrito y oral, la desaparición generacional de los japoneses con los cuales se vinculaba, son solo algunos de los signos que demuestran el corte abrupto a partir del dolor casi rayando en el desprecio hacia su tierra que este hombre reservado, supo acuñar.
Cuando un grupo de conocidos se enteró de esta nota se encargaron de aclarar que su aspecto reservado esconde un hombre sumamente recto y honesto. En fin, un oriental con codigos de esos que ya no quedan mas.
(Posteriormente a esta nota realizada por El Semanario Chavense en 2005, Shimabukuro fue elegido por ser el inmigrante mas antiguo para descubrir una placa
ubicada en la Piramide de la Plaza 25 de Mayo, símbolo con el que las que las distintas colectividades dejaron testimoniado su reconocimiento a esta tierra).
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