SE NOS FUE RODOLFO KOEHLER: LA ULTIMA CARTA DEL VIEJO CARTERO

Este lunes se nos fue uno de los carteros mas recordados de nuestra ciudad: Rodolfo Koehler. Tenía 83 años y un prestigio bien ganado en su oficio forjado a lo largo de muchos años de "patear la calle". Quizas esta partida sea una buena oportunidad para revivir aquella historia reflejada en El Semanario Chavense en agosto de 2006, a traves de una larga entrevista personal, en la que Rodolfo reflejó su vida como cartero.
SE NOS FUE RODOLFO KOEHLER: LA ULTIMA CARTA DEL VIEJO CARTERO
El cartero es ese inalcanzable trabajador que identifica con plenitud una tarea que tiene 235 años de existencia en nuestro país. Evocando aquel 14 de Septiembre de 1971 en que Bruno Ramírez comenzó a transitar las calles del Incipiente Buenos Aires, cuya imagen se ha convertido en parte invisible del paisaje en cada población, es merecedor del mayor reconocimiento de la comunidad por su esfuerzo y su enorme responsabilidad. Nacido en Energía, Rodolfo Koehler difícilmente se iba a imaginar que su destino el de llevar buenas y malas noticias a los habitantes de un pueblo de la Región durante más de 40 años. Cuando el pequeño Rodolfo tenía solo 7 años la familia Koehler decidió abandonar la colonia de alemanes cercana a Necochea y radicarse en Adolfo Gonzáles Chaves. Cursó hasta 3er gradúen la Escuela 1, y cuando apenas tenía 12 años empezó a trabajar en la Fiambrería Costa Hnos. Después pasó por la Chanchería de Angeloni Hnos. y terminó ingresando en la Municipalidad, lugar en el que ya trabajaba su padre realizando el mantenimiento de ramblas y Plazas. Tras una pausa de 18 meses en Puerto Deseado por la Colimba, volvió al Municipio con un régimen de medio sueldo por lo que no fue extraño que, a poco de andar, el joven Pascucci lo tentara con un nuevo oficio: El de cartero “Pascucci, un muchacho que hizo el Servicio conmigo y que vivía enfrente del Asilo, me pregunto si quería entrar de Cartero, le dije que sí, en ese momento estaba un tal Ferreira de jefe y me aconsejo que si tenia un trabajo fijo que no entrara en el Correo. Entré el 4 de Septiembre de 1947. La cosa fue que el Ministro de comunicaciones, creo que en ese momento era Nicolini, a fines de ese año a todos los que estábamos provisorios nos dio el renombramiento y me quedé hasta el ´92, año en que me jubilé”. Coincidencias del destino, por esa misma época un tal Néstor Kirchner ingresaba al correo de Río Gallegos, era el padre del actual Presidente y por ese momento, sin que ambos lo supieran, colega de Koehler dentro de la Principal Empresa Postal del País. EL CARTERO, UN TIPO INTRÉPIDO La mezcla de padre Alemán y madre Andaluza puede ser explosiva. Rodolfo Koehler es por momentos retraído haciendo honor a su origen Germánico. “No voy, hace mucho frío y no estoy cambiado para hacer la foto”, pero con la mirada cómplice enseguida ensaya en su sonrisa algo de ese clásico humor Andaluz. Mientras acerca algunas fotos de su tiempo de cartero explica que “El primer día fui lloviendo, El hijo del jefe era mensajero. Era de contextura alta y me presto una capa que tocaba el suelo. Oscar Alfonsín, un hombre que estuvo 50 años de mensajero, me aporto la gorra. En ese primer día llovía tanto que le erré al paso. Las calles ¡Ay mamita querida! Por supuesto no estaban asfaltadas como ahora y en vez de cruzar una alcantarilla, que era el lugar obligado de paso, me fui de cabeza al agua en la esquina por donde vivía la Sra. de Rodríguez Diez. ¡Menos mal que ya venía terminando el reparto!... Me acuerdo también cuando en días de temporal había que llevar la carta al “Vasco” Viteli. La bicicleta se te llenaba de barro y se te atrancaba. Tenias que andar con un palo. ¡Ahora como están las calles es una hermosura!”. Koehler hace una descripción geográfica de cómo se encontraba el trazado urbano de ese Chaves de 47 en el que comenzó a trabajar. “El asfalto llegaba hasta Almirante Brown y Eliçagaray. Después hasta Rodríguez y Belgrano, hasta donde tiene ahora Muñoz el negocio. Ese asfalto lo hicieron los conservadores. El centro era todo empedrado, que después Elba Álvarez lo hizo de Cemento Armado. La Carricart también era toda de tierra. La av. San Martín antes del ´47 era de tierra, después hicieron las ramblas y el asfalto que llegaba hasta la Carnicería de Alvarez. De ahí para arriba era toda tierra entoscada. Después donde esta el Edificio Di Blasio, era todo laguna, desde ahí hasta donde estaba la viuda de Aroza o donde está el Cóndor era todo bajo. Por más que rellenaron, hasta que no se hicieron las cloacas, cuando llovía un poco se inundaba todo. En la Carricart también habia un bajo que lo llamaban "La Rana", por que en epocas se juntaban muchas ranas y sapos. La zona era más o menos por donde está Julio Catub que era todo bajo. Esos eran los dos bajos mas importantes que había, aunque también por donde vivía "Puchito" Duguine se inundaban las casas". Ahora... ¿Quienes eran los intrépidos muchachos que se animaban a afrontar semejantes lodazales en viento, lluvia y granizo? Abraham y Miguel Fortunato, Pascucci, Giancaterino, Cordoba, Menna y el propio Koehler totalizaban 5 carteros que era quienes llavaban las cartas y 2 mensajeros dedicados a los telegramas, que recorrian aquel Chaves de la década del ´40. También hubo 4 auxiliares, primero Margarita Benitez y Oscar Alfonsin y mas tarde llegaron Piñeiro y Saldua. Los buzones a recorrer por el personal de calle eran 4 en total. Uno estaba en la Estación de Trenes, el otro en San Lorenzo e Irigoyen, uno más en San Martin y Velez Sarfieldy finalmente el de la esquina de Di Blasio, en Saenz Peña y Sarmiento. "Mucha gente dejaba cartas en el buzón, por que se pasaba a recogerlas a las 10 de la Mañana y a las 5 de la Tarde. El promedio era de 10 cartas por buzón, aunque de a poco la gente fué dejando de enviarlas por el buzón y las llevaba directamente al Correo. Ya que iban de compras al centro, de paso despachaban las cartas en la oficina. En el correo teníamos que desocupar el buzón unas 3 veces por día por que se llenaba". HABLEMOS DEL VIEJO CORREO (ver imagen actual del viejo correo en diapositivas) De pronto entramos en el tunel del tiempo y Rodolfo comienza a rememorar como eran esos días en el viejo correo de Ana Paysas de Eliçagaray. " Del correo viejo no quiero ni acordarme, yo iba siempre a las 7 menos cuarto y prendía cada una de las 3 estufas. Por ahi, incluso, se te prendia fuego la propia estufa. El edificio era una obra de los años 20 donde en invierno nos moríamos de frío. Tenía piso de madera y habia una chapa tapando un agujero, que cuando uno entraba hacia un ruido bárbaro, además moneda que caía a traves de esa chapa iba a parar al sótano . Cuando nos fuimos de ahi no se nos dió por levantar la tapa de sótano, pero ahí abajo debía haber muchas monedas. A la entrada estaba el mostrador y la casilla de Correo. Había como 200 casillas. Cada uno venía con la llave y sacaba la correspondencia. Gente de campo, gente de pueblo, gente que tenía comercio, todos ellos pagaban su casilla todos los años. Pero ahora, si el cartero pasa por la vereda ¿Para que quiere la gente la casilla?". La tarea en el viejo correo de calle Ana P. Eliçagaray era casi siempre rutinaria, "Cuando entraba a la oficina lo primero que hacia era prender la estufa. Después hacia la limpieza y despues se abrian los sacos con la correspondencia que se traía a la noche (un tren pasaba a las 6 de la tarde y a las 7:30 de la mañana). Había una mesa grande y ahi se clasificaba las cartas, tardabamos media hora en clasificar un promedio de 2.400 cartas (800 para cada reparto) y para 8:30 había que estar en la calle, Se hacia el reparto en 3 sectores, una de las partes arrancaba en Ana P. Eliçagaray. Otra en calle Moreno y la otra por Av. Perón, que en ese momento era Av. Necochea. Todos terminabamos el recorrido cerca del correo. Se alcanzaba a repartir todo, salvo donde no habia gente por que estaba el domicilio cerrado, normalmentese ponía domicilio cerradoa tal hora, pero como yo estaba muy canchero, ponia el pie en la puerta y la metía por debajo". Una circunstancia especial era el periodo de elecciones, donde según Koehler el viejo correo era un hevidero de correspondencia. "Para las elecciones había hasta 30.000 cartas, la mayoría de ellas de candidatos políticos. Traiamos el canasto de la Panaderia lleno de cartas y para repartir eso había que hacer recargos: Entrábamos a las 6 de la mañana y saliamos a las 11 de la noche" Recuerda. Los repartos debian ser completados si o si. Y los encargados de que se cumpliera eran los jefes. Por las oficinas del correo pasaron como titulares de la misma Ferreira, Gaspari, Alfonsin y Saldua, segun recuerda hasta su retiro el propio Rodolfo Koehler. La vieja etapa terminó a fines de los 70 cuando las oficinas del correo se trasladaron a su actual ubicación de calle Gral. Paz. Por esa misma época hubo cambios importantes en el reconocimiento de la fisonomia Urbana de la ciudad "La señalizacion de las calles las hizo poner el concejal Somoza, eran unas chapas identificatorias ubicadas en las paredes antes de llegar a la Ochava, y en la epoca de Elba Alvarez se pusieron los cartelitos en las esquinas. Hasta ese momento nosotros éramos los que más conociamos el Pueblo por el nombre de sus calles y direcciones". HORA DE ANECDOTAS Salvo que apareciera con la boleta de algun servicio, un telegrama con malas noticias, o una carta Documento, el cartero generalmente era un tipo esperado y generalmente bien recibido. En ese sentido, el reconocimientose acumulaba durante 12 meses y se expresaba con numerosos obsequios a fin de año. "Para esa fecha nos regalaban efectivo, el padre de Celestino Garcia, que trabajaba en la bolsa, me daba $2 de regalo y yo no los queria agarrar, otro caso era el de Don Blas Altieri, para las fiestas me daba $20 y como yo no los queria aceptarlos, la Sra. me los echaba en la cartera. Era gente muy buena... Para las fiestas juntaba $200 o $300 de aquella eépoca. Botellas de sidra, pocas. Los carteros de Mar Del Plata ponían: No aceptamos sidra. Un día me dice Ricomagno que vaya a la casa que la Sra. me queria dar una botella de sidra. ¡Todavía me está esperando, por que no fuí más!". No es dificil pedir anecdotas por que las mismas fluyen solas de tanto andar en la calle durante 4 decadas. " Un dia salia de lo de Mendos y entre el banco Comercial y la casa de Raquel Moreno, había un sobre en la calle, lo pateo y se desparraman unos cheques, los miro y eran de Domingo D´annunzio, un comisionista. Como el tenía un Kiosco en la galeria, fui a buscarlo y pregunté por él diciendo que iba por plata. Me dicen que vaya al banco, que el está allá y cuando lo encuentro se lo entrego y me pregunta por que no lo cobré, y le respondi qe no era ningun pavo, yo se que si alguien pierde un cheque hace una denunciay si yo lo voy a cobrar me agarran. Asi que le devolví todos los cheques. Otra anecdota... Un día una chica que se había casado que estaba en el Hospital, le llevo la carta y el novio me pregunta: Koehler ¿Usted sabe quien me mandó la carta? No, que se yo querido, eso va al buzón, nosotros no sabemos quien la despacha, a menos que abramos las cartas, pero eso no se puede ni se debe hacer, y esto lo sabía por que a un cartero de Tres Arroyos le pasó, que agarró una carta que era para los Gitanos y el mismo la firmo y la tiró. Como el gitano no recibió nada lo denunció y lo metieron preso 2 años por falsificación de firma". Tras 42 años de Servicio se retiró del correo antes de iniciarse la etapa Privatizadora Menemista. Hoy, uno de sus hijos en Chaves y otro en Mar Del Plata, continuanen segunda generación, el camino familiar iniciado por Rodolfo Koehler, aquel de visitar cada hogar convirtiendose en emisario de sentimientos.

SE FUE "PABLITO" CALAFIORE, UN HISTORICO DE LAS TIJERAS

Lleva mas de 6 décadas en el oficio, pero a pesar de su edad cariñosamente gran parte de la gente lo conoce como "Pablito". Varias generaciones pasaron por sus sillones ante la invariable promesa de: "te voy a hacer un peinado especial". Peluquero inquieto a la vez que relojero de buen pulso, supo amalgamar bajo rasgos tan antagónicos oficios claramente disimiles. Tijeras italianas A los 18, 2 jóvenes italianos de apellido Calafiore llegaron a la Argentina, como tantos compatriotas, en busca de la tierra prometida. Traían bajo el brazo la llave para abrirse camino en ésta nueva vida, el oficio de peluquero. El mayor de los hermanos, se quedó en Buenos Aires, mientras el menor, viajó hacia el sur, conociendo en Juárez a una joven de apellido Gamaleri. Adolfo Gonzales Chaves los acogió sin demasiadas preguntas e inmediatamente le permitió trabajar. Emprendedor y lleno de deseos, comenzó a construir su casa. Recién empezaba a correr el año 1924, cuando nacía en éste pueblo quien heredaría el oficio de su padre, para mantenerse en actividad hasta el dia de hoy: Pablo Calafiore, de él se trata, recuerda en éstos días que "papá hacía casas y las vendía, por ejemplo la casa donde está mi hermana y muchas otras. El, de oficio era peluquero, pero a la vez contrataba gente para hacer una casa y después la vendía. Pero además de peluquería también tenía ropa para vender. El tuvo el comercio en calle Almirante Brown, frente adonde está D´Annunzio ahora y yo me crié en ese barrio" recuerda. El Chaves del '30 Es difícil imaginar cómo sería el Chaves de los años 30 y los personajes que caminaban sus calles. Pablo, nos ayuda con algunos recuerdos que tiene grabados en sus retinas y en su memoria. "Era un barrio de mucha gente de origen árabe. Por supuesto que en ese barrio no había asfalto, porque el asfalto llegaba hasta la usina vieja. En iluminación teníamos el foco de la esquina. Entre los compañeros de aquella época estaban los Garrote, los Salim, los Karime, algunos eran compañeros del colegio y otros vecinos. Estaba la maestra Hilero, que cuando los chicos no adelantaban mucho en la escuela los llevaba a la casa de ella, para explicarles y así pudieran pasar de grado. Otros de los personajes del barrio eran el carnicero, el panadero, que los 2 te llevaban la mercadería a la casa. El panadero se llamaba Francisco, que trabajaba con Mecía, el carnicero era de carnicería Aran. Un tal Niblet traía la leche, hasta te traían las verduras, todo lo llevaban a cada casa". La escuela y sus primeros trabajos Aquel inmigrante y su mujer, tuvieron 5 hijos "El mayor, Luisito, es el que falta, trabajaba mucho acá en Chaves, tenía una peluquería y yo aprendí el oficio con él". Pablo, hizo sus estudios en la escuela Nº 9, que no estaba en el lugar actual, sino en una vieja casa, que cumplía decorosamente con su cometido. "Después, como solo había hasta 3er grado, me pasé a la escuela Nº 1 y ahí terminé el 6to. grado. Cuando yo tenía 12 años comencé trabajando con un sastre –cuenta Calafiore-, que era amigo de papá. El sastre era Caputo, tenía el negocio frente a la plaza en la casa de Barducci, porque antes había muchos sastres en Chaves, la gente se mandaba a hacer la ropa, no se traía hecha como ahora. Ahí estuve 2 años, hilvanaba la ropa, era algo que me gustaba" reconoce. Al igual que el día que cambió de escuela para poder progresar, el jóven Pablo cambió de rubro, en busca de un futuro mejor. Así, aprendió el trabajo de peluquero, "trabajaba con mi hermano Luisito, que tenía la peluquería al lado de la farmacia Pasteur, en un local donde ahora, creo, que está la oficina de un abogado". Un corte especial En aquellos tiempos, la peluquería de Calafiore era unisex. "Antes los cortes eran con más detalles" señala, agregando que por sus manos pasaron miles de recién nacidos, a los que despojaba de sus 1ras. pelusas, entre los que se premite recordar a "los pibes de Goñi, que uno de ellos hoy trabaja en el banco: La madre iba, los llevaba y los esperaba. Era una ceremonia. Un detalle que yo tenía era cortarles el pelo y después se lo entregaba a la madre en un sobrecito". Los sonidos metálicos de los filos de la tijera rozándose le son tan familiar como el mate de la mañana. La navaja, las máquinas, los peines y los 2 viejos sillones, han sido parte importante en la vida del peluquero. En principio, se utilizaba la máquina manual, hasta que los avances técnicos, permitieron usar las herramientas eléctricas. La navaja, era todo un arte, porque exige "mucho más delicadeza, hay que tener un buen pulso y sobre todo el cabello muy limpio" reconoce. La moda ha cambiado un poco, Mirta; reza una popular canción de los años '80... y vaya si ha cambiado. En los años '40 se usaba mucho el corte a la americana, "que es a máquina y después se termina a tijera". Mas tarde, los íconos del cine y de la música, impusieron sus cortes y los jóvenes, los imitaron, tal como ocurre hoy en día. En la década del '50, apareció Elvis Presley y algunos otros famosos, y ya la gente utilizaba el pelo "un poco paradito en la parte de adelante, prácticamente se lo peinaban con la mano. En la década del '60 se usaba mucho el corte a tijera, que da mucho trabajo pero queda muy bien. En los '80 se usaban los mismos cortes que se usan ahora, por ejemplo bien pelados a los costados y ondulado arriba, a mí fráncamente no me gustan. El tema del teñido en el hombre existió siempre, no como ahora, pero también se teñían. Por ejemplo el color ideal para el hombre es el gris acerado, para que el pelo no quede tan blanco" cuando ya se peinan canas. El cuento del tio En los años 40, Pablo Calafiore aún usaba los pantalones cortos y aprendía el oficio con su hermano Luis en el local dode ahora está el dr. Gonzalez. "Al lado nuestro estaba la Farmacia Pasteur, que era atendida por el padre del farmacéutico De Francesco, donde está el Central estaba la Sociedad Rural. También estaba el cine. Los sábados eramos 3 en la peluquería y cuando salía la gente del cine todavía estábamos trabajando. En aquella época había 38 peluqueros, estaba De María que eran 3 peluqueros, "Pililo" Adala, los Karime, los Lleral, los Gáspari que eran como 4 peluqueros, Barreiro, Gallo... En esa época Chaves en el sentido del trabajo era importantísimo" recuerda con nostalgia. Hay un espacio para el recuerdo amargo de aquel cuantioso robó que lo desvalijara en la década del '70 y que merced al apoyo de proveedores de relojes y vendedores de alhajas a quienes había ganado con su conducta comercial, supo superar. Otra de las historias tuvo que ver con "una mujer que se había cortado el pelo con un cuchillo, entonces para emparejarle un poco, utilicé la tijera de dientes, que en los '70 ya se usaba". Pero tambien salen del arcón de los recuerdos aquellas anécdotas que pasada la bronca del momento son un espacio abierto para la carcajada complice. "Cuando estaba con Luisito, mi hermano, llega un señor con un chico. Este señor no era de acá, se cortó el pelo, se afeitó. Entonces en un momento dijo que nos dejaba al pibe para que le cortáramos el pelo que después él lo pasaba a buscar. Lo dijo mirando su reloj de bolsillo. Mi hermano le dijo que no había problema y el hombre se fue. En esa época la gente hacía cola, porque en las peluquerías se trabajaba mucho. Resulta que seguía viniendo gente y el hombre no venía a buscar al chico. Entonces mi hermano le pregunta el apellido al chico y este le dijo que era Rodriguez. Le preguntamos si el señor que lo trajo era pariente suyo y nos respondió que no, que lo había encontrado en el centro y le preguntó si se quería cortar el pelo. El tipo, por supuesto, no apareció nunca más, nos hizo el cuento del tio, se corto el pelo, se afeito y le cortamos el pelo al pibe, todo gratis" señala Calafiore entre risas. Esta anécdota, que confirma que la viveza criolla no es un invento moderno, sirve para ilustrar apenas, las historias vividas desde el sillón, donde tantas confesiones tienen lugar, con el peluquero, que con los años se transforma en amigo y confesor del cliente. Un oficio que Pablo Calafiore ha sabido mantener durante 60 años, tanto al oficio de peluquero como al de amigo, que los ha sabido cosechar a montones, casi tanto, como los montones de pelo que cada tarde junta alrededor de su viejo sillón.
(archivo de El Semanario Chavense, junio de 2004)

CHAVES, EL HOMBRE QUE ENCONTRO SU DESTINO EN CHAVES

Por esas paradojas de la vida, su apellido lo unió a este, su lugar en el mundo. El doctor Julio Chaves decidió una mañana que tenía que conocer sus origenes. Para ello se puso manos a la obra en internet buscando similitud entre su apellido y un posible arbol genealógicop que pudiera ser hallado en la red. Asi fue que descubrió que un abuelo suyo había vivido en la zona de Tres Arroyos. Pero lo fortuito terminó siendo que justo en esa misma zona ubicó un pueblo cuyo apellido era igual al de él: Chaves. Julio partió junto a su familia de su Monte Grande natal dispuesto a conocer si lo que decían en internet de esta ciudad de 7500 habitantes, y de bucólica tranquilidad, se condecía con la realidad. Y evidentemente la comparación de teoría con realidad salió bien por que el año pasado decidió que este pueblo, de apellido "tocayo" con el suyo, era definitivamente hasta hoy, su lugar en el mundo. Pasen y vean... (hacer click en el triángulo blanco para escuchar el audio de la nota con Julio Chaves)
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SEIRYO SHIMABUKURO: EL ULTIMO JAPONES

EL SEMANARIO CHAVENSE - 2005 - Okinawa es una de las 3 mil islas que componen Japón. Ubicada al sur, justo en el límite que separa al país de China e Indo nesia, resultó la región más sufrida durante la Segunda Guerra Mundial. Antes, durante y después de la guerra la isla siempre ha sido pobre en comparación con el opulento Tokio. En una rápida aproximación podría decirse que ese territorio era una especie de Santiago del Estero, claro que al estilo japones. Las diferencias con el territorio central no solo emanan de su standar de vida sino tambien de una mayor apertura hacia el extranjero. En Ginowan, una de las innumerables poblaciones que por entonces conformaban los 60 mil habitantes de la isla de Okinawa, nacía el 26 de marzo de 1912 Seiryo Shimabukuro. Por esa misma época un allegado de la familia formaba parte de los primeros colonos japoneses que se dedicaron con éxito a la floricultura en la zona de Burzaco creando a traves del intercambio epistolar con Japón la idea de un paraiso agrícola en nuestra tierra. Paralelamente los estudiosos de la inmigración japonesa situan en 1912 la historia de una mujer que recorría las casas pidiendo ropa para lavar. Allí comenzó el camino de la colectividad hacia la tintorería. (Cada 5 años, el intendente de Ginowan le envia un pergamino. A traves de los ideogramas de escritura japonesa el gobierno okinawense recuerda a sus ciudadanos en el exterior). De la caña de azucar a la quinta de Burzaco "Mi papá tenía una quinta, sembraba batatas, algo de trigo, y todo lo que se cosechaba era para consumo nuestro. Mi mamá trabajaba nada más que en la casa" asi describe Seiryo el ambiente en que sus padres de origen okinawense lo criaron. La casa en que nació era tan humilde como sencillo el trato con la vecindad. Ya de muy chico recuerda que "trabajaba en la quinta junto a mi padre" pero eso no eludia la obligación de sus estudios: "en la escuela era obligatorio aprender artes marciales, despues de 6to. grado se empezaba karate o yudo. A mi me gustaba el Yudo. Cuando éramos chicos también jugábamos a la pelota aunque no precisamente al futbol". Desde la tintorería a traves de la cual todo el pueblo lo conoció, el único ciudadano de origen japones que aun queda en nuestra ciudad cuenta en entrecortado castellano los origenes de un viaje de Okinawa a territorio bonaerense. "Fui a la escuela primaria hasta 6to grado. Despues empecé a trabajar como peón en una casa de familia, en una quintita. Plantaba cañas de azúcar y hacíamos azúcar. Cortábamos las cañas y había una noria para sacar el jugo de caña, con un caballo o una vaca dando vueltas. Despues ese jugo se cocinaba unas 2 horas y se hacía azúcar negra. Se hacían unos 50 litros y salíamos a vender. Se guardaba en recipientes de madera como se guarda el vino". Cuando se lo consulta porque eligió a los 18 años ir a vivir al otro lado del mundo razona que "lo que pasa es que alla pasaba mucha miseria, había un amigo que estaba aca y me llamó y mandó el pasaporte. Salí del puerto dentro de la provincia de Okinawa, me despidieron mis familiares saludando con pañuelos (...) Vine en barco y dimos toda la vuelta por Africa, llegamos a Brasil y de ahí a Argentina. Tardamos 46 días, en un barco carguero llamado "Manila Mar". Ademas venían en el mismo barco muchos paisanos mios. Ahí comiamos, bailabamos toda música japonesa. Ya despues no me gustaba bajar- dice entre sonrisas Seiryo- (...) Llegué a Buenos Aires en el mes de febrero - en Japon ya llegaba el invierno - . A mi me esperaba ese amigo y me llevó a una quinta cerca de Buenos Aires, en Burzaco" donde a poco de llegar se integró a una granja de la comunidad japonesa. Cuando Seiryo se convirtió en Antonio La adaptación a estas tierras no fue facil. Si bien durante el viaje fue practicando junto a sus compatriotas con un diccionario bilingüe, las dificultades en la base de 2 culturas totalmente diferentes se notan aun hoy. Seiryo fue rebautizado en estas pampas como Antonio -la acepción de su nombre en español- y segun entienden algunos, el cultivo de quintas o las propias tintorerias fueron labores que "Antonio" al igual que el resto de los japoneses aprovechó para tener una rápida adaptación al medio con un escaso trato verbal. Pero no solo el trato y la lengua cambiaron. "Alla comiamos poca carne, aca comiamos asados, carne de vaca, lechón y pollo. En Japón se comia sentados en el suelo con mesa bajita, aca con silla y mesa grande. Aca uno se llenaba con cualquier cosa, alla se pasaba hambre". "Trabajé muy bien en la quinta, pero yo veía que los que tenían tintoreria andaban muy bien y fue en ese entonces que empecé con la tintoreria porque la verdura no valia nada (...) Aprendí el oficio de la tintoreria con un amigo. Despues con mi socio Ashifu comenzamos a recorrer la provincia" en la que no había mas de un centenar de japoneses diseminados. "Aca y en Juarez no había tintoreria. A mi me gustó Chaves, porque habia agua corriente y en Juarez no. Puse la tintoreria porque en aquella época con $ 2000 se ponía una tintoreria. Mi socio empezó conmigo en el año 1942 pero despues se fue a Juarez porque aca era un pueblo chico y no daba para 2 (...) El 1er. día que abrí, al lado había una peluquería, de Petroche. El fue mi 1er. cliente porque me trajo un saco para que lo planche y despues se empezó a correr la información". (En la antigua tintorería de calle Lavalle) Segun quienes recuerdan aquel 1er. local de calle Lavalle - hoy de la familia Moronell-, la tintorería comenzó llamandose "El gran Nipón" de Shimabuko hermanos segun rezaba en los sobres que el comercio entregaba alla por 1942. Shimabuko era un diminutivo de Shimabukuro -según Seiryo para que fuera mas facil de entender- y lo de "hermanos" era por su coterraneo Ashifu. Cuando Ashifu se separó para poner su tintorería en Juárez "El gran Nipon" pasó a convertirse en "La Victoria". Una explicación de ese nombre es por la victoria de Japón frente a los chinos en la guerra de Manchuria en 1931 o por la 2da. invasión a ese pais que tuvo una avanzada victoriosa hasta 1939. Otra explicación esta dada en una trabajo de lingüistica realizado hace un par de años en la que Shimabukuro admite que el nombre se debía a que La Victoria era porque en la Segunda Guerra Mundial "ganaron los que tenian que ganar". Quizas esta explicación se asemeje mas a la realidad de esos tiempos dificiles en los que japoneses, italianos y alemanes radicados en Argentina trataban de construir una imagen alejada del perdidoso eje, la mas de las veces, para evitar represalias. "En el local de Moronell alquilé unos 15 años, hasta 1958. Junté plata y compré el terreno sobre Maipú, que me costó $10 de antes, con 50 metros de fondo. Despues de a poquito compre cosas y fui haciendo la casa y la tintoreria. Compré maquinaria pero ahora compramos algo más moderno. Lo único que queda original es una máquina para planchar sombreros. Cuando yo estaba en Lavalle planchaba de 5 a 6 sombreros por día, porque se usaba mucho en aquellos tiempos. La gente se acostumbro a ir a la tintoreria. Juan Carricart traía todos los días sombreros" relató Shimabukuro con apoyo de su hijo como ayuda-memoria. (La última foto registrada por El Semanario Chavense de Seiryo junto a su hijo Mario en plena labor de tintorería La Victoria) Por muchos años, La Victoria fue la única tintorería de Chaves. En los 60 se trabajaba en cantidad a punto tal que se llegaron a recibir 120 prendas por día. Sin embargo las cosas han cambiado, el desuso de los sombreros, los trajes y la aparición de los sistemas de lavado rápido han mermado la actividad que Seiryo desde hace 20 años ha delegado ya en su hijo José Mario. Un asado entre amigos y la familia para olvidar las penas Pero no todo era negocio. (Seiryo en una romeria junto a su amigo Garcia en el viejo club Huracán) "No tuve novia en Buenos Aires. A Chaves vine soltero. Mi señora trabajaba de sirvienta. A veces yo iba a visitarla donde ella trabajaba, y cuando salia la seguia, la esperaba en un zaguan largo en la casa de la familia Sentineo. Ella me gustó y yo le gusté, despues nos casamos por la Iglesia en el año '47 cuando ella tenía 28 y yo 34. En Japón también había católicos y budistas, aunque mi familia no era ni católica ni budista. Cuando iba a casarme me hicieron bautizar, porque era obligatorio". Asi llegaron los hijos "José Mario en 1948 y Elsa Susana en 1955. Ninguno de los 2 tiene nombre japones. Hoy estoy rodeado de nietos, que ya son grandes". Mientras Seiryo avanzaba con su familia por estos lares, perdía su otra familia en Japón. Okinawa resultó la zona mas afectada por los bombardeos de la 2da. guerra mundial y fue durante esos fatidicos días que se produjo el deceso del matrimonio Shimabukuro. Algunas conclusiones posteriores de la familia dicen que al igual que el resto de la población japonesa, los padres de Seiryo podría haberse suicidado ante el avance de tropas norteamericanas sobre tierra okinawense. "Yo me salvé de la guerra porque estaba en Argentina. Si me quedaba en Japón me tocaba el servicio. El gobierno nunca me llamó para la guerra, ademas yo me siento más argentino que japones (...) Despues de la guerra murieron todos, todos menos mi hermana. Ella me contó todo lo que pasó, que mis padres murieron durante la guerra (...) Despues que yo puse el negocio, llamé a mi hermana, le mandé el pasaporte. Ella vino a mi casa, un tiempo, pero no le gustó Chaves y se fue a la zona de San Miguel en Buenos Aires". Su hijo José Mario interviene en la conversación para reflejar el desapasionamiento de la idiosincracia japonesa frente a las expresiones latinas que el estaba acostumbrado a ver: "me acuerdo que ellos se encontraron en el puerto y no se abrazaron, como si lo hacen los italianos o españoles. Se saludaron como si se hubiesen separado el día anterior. Se dieron la mano, se inclinaron y salieron conversando. Eso me llamó la atención porque hacía como 20 años que no se veían". Antonio comenzó a confundirse con la realidad de su Chaves adoptivo. Tras los asados compartidos llegó la amistad.

"Mi 1er amigo aca fue Pedro Civalero, un sastre, que también tocaba en una de esas bandas de los días patrios. Haciamos churrasquitos y comiamos juntos. Despues estaba 'Cacho' Bologna, la gente del barrio como los Velez que vivian donde esta Alonso y Pililo Adala con el que de vez en cuando nos reuniamos a comer un asado (...) Cuando estaba soltero la vez que podía iba al cine y tambien recuerdo que cuando vine había poco futbol aca en Chaves. Yo soy hincha de Independencia y siempre iba a ver los partidos a la cancha. A mi me gustaba el futbol. Pero todo esto fue hasta que me casé, despues siempre estaba en casa".

No soy de aqui ni soy de alla

La pregunta está predestinada para cada inmigrante ¿nunca le dieron ganas de volvera a su pais de origen? "No, la verdad no. Hace falta mucha plata para poder ir. Para poder ir se necesitan 40 dias y otros 40 para volver, en barco. Nunca se me ocurrio ir en avión, tengo miedo, no me gusta. Al principio extrañaba Okinawa, pweo no mucho porque yo tenía todo aca y estaba más tranquilo. La verdad yo me quedo aca, no tengo nada en Japon, no tengo nada que ver alla".

La expulsión por falta de oportunidades en su tierra 1ro, la guerra que destruyó su casa y su familia despues y la consecuente caida del "imperio del sol naciente" quizas tallaron en el alma oriental de Shimabukuro un dolor muy profundo que lo llevó a cortar todo vinculo con el Japón de sus origenes y trazar una nueva identidad a partir de esta tierra. La venida de su hermana -último vinculo familiar-, la no vuelta a su Okinawa, la nula correspondencia con sus compatriotas y la consecuente perdida del idioma escrito y oral, la desaparición generacional de los japoneses con los cuales se vinculaba, son solo algunos de los signos que demuestran el corte abrupto a partir del dolor casi rayando en el desprecio hacia su tierra que este hombre reservado, supo acuñar.

Cuando un grupo de conocidos se enteró de esta nota se encargaron de aclarar que su aspecto reservado esconde un hombre sumamente recto y honesto. En fin, un oriental con codigos de esos que ya no quedan mas.

(Posteriormente a esta nota realizada por El Semanario Chavense en 2005, Shimabukuro fue elegido por ser el inmigrante mas antiguo para descubrir una placa
ubicada en la Piramide de la Plaza 25 de Mayo, símbolo con el que las que las distintas colectividades dejaron testimoniado su reconocimiento a esta tierra).
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